Un texto es un producto. Como cualquier otro producto existente en el mercado, se dirige a un público concreto y tiene una finalidad. Si ese texto presenta problemas (ortográficos, gramaticales, estilísticos), su capacidad para alcanzar los objetivos que tiene encomendados se verá reducida, lo que hará que el tiempo y el dinero dedicados a componerlo no reporten todo el fruto que cabría esperar.
La causa de que esto pase con tanta frecuencia es que, a diferencia de lo que sucede con el resto de los productos, la mayor parte de los textos no son sometidos a un control de calidad antes de lanzarlos a competir por la atención de los lectores. En muchos casos esto se debe al desconocimiento de la existencia de una figura tradicional en el sector editorial, pero nueva y mal conocida fuera de él: el corrector de textos.
Un corrector es un profesional del lenguaje entrenado para sumergirse en los textos, detectar los problemas que puedan presentar y resolverlos, todo ello con el fin de asegurarse de que el escrito se encuentra en las mejores condiciones para alcanzar los objetivos que se le han asignado.
El corrector no es un cazador de erratas o de faltas ortográficas; su labor puede compararse con la posproducción de cualquier creación audiovisual. Las fotografías que vemos impresas en una revista han pasado por un proceso de retoque que las ha dejado en estado óptimo para su publicación. Otro tanto sucede con los vídeos. Lo mismo debería suceder con los textos.
La comunicación escrita es parte esencial de su marca, cuídela con el mismo celo que pone en el resto de sus productos y no permita que problemas de redacción le impidan alcanzar su máximo potencial.
Los errores ortográficos o gramaticales pueden acarrear problemas de imagen, problemas fácilmente evitables con un control de calidad previo de los textos.
Una comunicación confusa y ambigua se traduce en consultas y solicitudes de aclaraciones, es decir, en pérdidas de tiempo, tanto para usted como para su cliente.
El compromiso de cualquier empresa con sus clientes no consiste únicamente en ofrecerles el mejor producto posible, también incluye comunicarse con ellos con la máxima claridad.
Externalizar el control de calidad de sus textos le supondrá un enorme ahorro de tiempo, dado que usted quedará libre de esa tarea.
Un documento correctamente editado en Word facilita el resto del proceso de producción y resulta accesible para las máquinas de lectura empleadas por las personas con dificultades visuales.
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Elimine las erratas, los errores ortográficos, las incoherencias tipográficas y otros elementos que pueden estropear sus textos.
Elimine las ambigüedades, los errores gramaticales y léxicos, las muletillas y repeticiones, así como las dificultades de expresión que puedan oscurecer su mensaje.
Si no desea perder más tiempo peleándose con Word para tratar de componer documentos con aspecto profesional, deje que lo haga yo.
Es una pregunta muy razonable. Nadie quiere dejar ese texto tan importante y que tanto ha costado engendrar en manos de una dirección de correo electrónico sin rostro. En Sobre mí podrá encontrar un perfil de mi trayectoria profesional. Si lo desea, también puede consultar un currículum actualizado. Bajo estas líneas puede ver algunos de los clientes para los que he tenido la suerte de trabajar.